El Cañón del Colca, en el distrito de Caylloma, Arequipa, es un lugar mágico, rodado de volcanes y salpicado por pintorescos pueblos, orgullosos de sus tradiciones y su cultura. Ellos buscan mostrar al mundo la belleza de sus parajes y sus atractivos turísticos.

Son precisamente estos volcanes los que le han dado forma a su caprichosa geografía y proveen el material con el que se están empedrando las calles de sus pueblos, dándoles un ornato característico.

Se trata de la piedra laja es un material liso y resistente con el que se enlosan las calles y se decoran las fachadas de las casas, las iglesias y los edificios públicos.

Hasta hace algunos años, las calles todos los poblados de este distrito estaban hechos de cemento o de tierra, abandonando la forma tradicional de construcción con laja. Sin embargo, el movimiento de la tierra y la inclemencia del clima hacía estragos en el cemento, creando grietas que constantemente debían repararse o que se convertían en baches y lodasales.

Las autoridades de Caylloma decidieron que la mejor opción era volver a la usanza tradicional y se propusieron recontruir sus calles utilizando este recurso, que es abundante, pero que requiere de ciertos conocimientos para su aplicación.

Formularon proyectos al programa Trabaja Perú para que los ayude a financiar el trabajo y permitir que sea su propia gente la que se encargue de esta labor.

Es así como las calles de Chivay, su capital, y poblados como Canocota, comenzaron a mejorar su aspecto con el acabado que obtenían de la piedra laja. Hoy, estos lugares se han convertido en atractivos turísticos y reciben a visitantes de todo el mundo que disfrutan de pasear y tomarse fotografías en sus calles empedradas.

Pero el cambio trascendió el ornato y tuvo un efecto más. Con el trabajo, las mujeres de estos poblados aprendieron el tratamiento que requiere esta exquisita piedra y se volvieron expertas en su manejo.

Hoy, aquellas mujeres que participaron en los proyectos del programa Trabaja Perú han conseguido dominar las técnicas de construcción. Por eso, cuando un sismo afectó la fachada de la iglesia de Chivay y algunas de sus calles, ellas fueron las indicadas para encargarse de las refacciones.

De esta manera, aquellas exparticipantes tienen una herramienta más para salir de la pobreza, realizando trabajos para su comunidad.